sábado, 1 de agosto de 2015

Cuenca - Ecuador

Sobre la mesa había varios suculentos platos de arroz con pollo, calienticos, amarillitos, se podía ver una que otra alverja, un pedacito de salchicha, pío pío, que rico, ¿hace cuanto no comía arroz con pollo?, no lo recuerdo, fue hace mucho y tampoco esperaba comerlo ofrecido por una familia tan humildad de Cuenca, Ecuador.

Había dejado Montañita, después de una semana me fui, allá quedó el recuerdo de una  chica, de Kristine, al poder conectarme a la red había un mensaje de ella, "¿donde estabas?, te  esperé en la terminal", no sé cuantas terminales tiene Montañita, creo que más de una, las desventajas de no tener plan de datos.

A las 21 horas llegué a Cuenca, había viajado de Montañita a Guayaquil, precio 6 dólares, y de Guayaquil a Cuenca por la módica suma de 8 dólares (ni tan módica), después en el hostal en el que había pensado quedarme, graves, estaba lleno, solución; cansado y con la maleta a la espalda echar infantería a buscar dormida, los hostales que encontré cobraban en promedio 10 dólares, ¡virgen santa!, debo tener cara de gringo, encontré uno a 7.80 y ya casi, ya casito lo iba a pagar y entonces la ruta fue buena conmigo, " parce ¿esta buscando hostal?, yo conozco uno a 5 dólares la noche" me dijo un tipo que llevaba una guitarra y estaba acompañado por una chica que sostenía unos palos para hacer música, eran también colombianos, también viajaban y cantaban en restaurantes para costear el viaje.

Efectivamente, el hostal costaba 5 dólares la noche y se autodenominaban "hostal Sanchez Quesada" , el recepcionista era un cubano chiquito y cuajado (fornido) y el ayudante un dominicano con cara de sueño, debido a que el cubano no recordaba los nombres de los huéspedes, los llamaba por la nacionalidad, así pues mi nombre era "Colombia", en aquel hostal también estaba Argentina, Chile y Brasil, y lo que más me llamó la atención fueron dos familias que vivían en habitaciones del hostal, una familia con dos niñas, la otra con una bebé.

Cuenca es una ciudad dividida por un río, a un lado esta la ciudad nueva, la moderna, al otro la ciudad antigua, la colonial, allí fue donde más caminé, recorrí sus calles empedradas, los edificios coloniales del gobierno, los parques con WiFi gratis, muy interesante todo, tan interesante como las ciclovías junto al río, sin policías, sin ladrones, tambien en la zona antigua construyen el tranvía al igual que Quito construye el metro, ¿y Bogotá? Me pregunto, bueno, Bogotá no tiene mar pero tiene ciclovía.

La primera noche en el hostal sólo estaba acompañado por argentina, un tipo amable, mariguanero, pero amable, también viaja y hace malabares para costearse la vida de mochilero. Ese día fui al museo de Pumapungo, donde hay unas ruinas de los inkas, ruinas de un imperio de oro. Allí hay terrazas que servían para la defensa de la ciudad, hay un túnel que representa el inframundo y un pequeño lago de donde sale una fuente, el baño del inka.

Al llegar esa noche a la habitación había un nuevo acompañante, Guayas (Guayaquil), él no era precisamente un viajero, "hace 18 días salí de la cárcel" nos dice, y agrega "pero todo bien, en la buena", argentina y yo nos miramos. 

El último día salgo a recorrer una parte de la ciudad nueva, miro mi maleta y me da tristeza dejarla en el hostal, espero que Guayas  cumpla su palabra " ...pero todo bien". La ciudad nueva me trae  a la memoria el norte de Bogotá, pero sin huecos, esta ciudad es limpia, es coqueta. Cuando el hambre llama la callo con un almuerzo de 1.75 dólares, barato y llena, después tomo la ruta 7 que me lleva a la terminal, allí compro el tiket hasta Máncora, Perú, el bus sale a las 22 horas y tengo tiempo para caminar un momento más. Regreso al hostal caminado, ¡que bien!, mis cosas aún están ahí, Guayas cumplió. En la cocina del hostal hay mucho movimiento, el padre de unas de las chicas nos habla a los presentes, "hoy mi hija cumple 7 años, ustedes son mis invitados", creo que nos sorprende a todos.

Nunca supe el nombre del señor, era Ecuatoriano y profesor, vivía hace 21 años con su esposa, tenían dos niñas, y vivan en la habitación de un hostal. Los platos de arroz con pollo fueron servidos, a la cumpleañera se le cantó sus 7 años alcanzados, había acentos de varios países del sur, pocos tiene ese lujo, allí estaban cantando los argentinos, los chilenos, Cuba, el dominicano con su cara de sueño, Guaya y yo, Colombia. El padre de la cumpleañera sacó de su bolsillo una cadena de poco valor económico, sin embargo el valor sentimental fue muy grande, la niña estaba feliz, yo también, me había comido 3 platos de arroz con pollo.

Río de Cuenca.

Catedral metropolitana de Cuenca.

Catedral metropolitana de Cuenca.

Mercado de Cuenca.

Tranvía Cuenca.

¿KKK?

Ruinas de Pumapungo.


Gasolina ¿a cómo?

Yo




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