sábado, 29 de agosto de 2015

Machu Picchu

Había cuatro ejércitos reunidos y los cuales se disputaban un jarrón que tenía una doncella, ella intentaba negociar con los jefes de los ejércitos pero la negociación fue un fracaso, ella en un arrebato de cólera lanzó el jarrón al aire y de allí salió un dragón, sin pensarlo mucho los ejércitos en disputa hasta ese momento se aliaron para combatir al monstruo, éste  también sin dudarlo atacaba a quien se le acercaba, los soldados y sus lanzas volaban por los aires y de repente el despertador sonó, mierda, hace mucho no tenía un sueño tan extraño e interesante, ¿ que pasaría con el dragón y los ejércitos? Nunca lo sabré. Lo cierto era que tenía que levantarme y prepararme el desayuno, lo cual hice y a las 6 am salía del hostal Andrea rumbo a Machu Picchu, para llegar allá tenía que tomar tres buses y después caminar dos horas y media, sería un día largo.

El primer bus vale 25 soles y el viaje dura 4 horas y media, es un trayecto muy bonito, montañas, carretera muy angosta y mucho zigzag, se pasa junto a un nevado cuyo nombre ya olvidé, y después se desciende hacia el inicio de la selva peruana.

El segundo bus se toma en Santa Maria, vale 10 soles y el recorrido dura 30 minutos, ese combi me lleva hasta Santa Teresa, sin embargo el conducto nos dice que por 15 soles, es decir, 5 soles más del precio de inicio nos lleva hasta la hidroeléctrica, los peruanos y chilenos que van conmigo en la combi aceptan, claro, el colombiano también esta de acuerdo. El recorrido es para estar un poco nervioso, la carretera es destapada y angosta y el abismo profundo, no hay protección al borde de la carretera y un descuido del conductor nos puede hacer terminar el paseo, sin embargo todo sucede con normalidad y después de  30 minutos de apretar nalga, llegamos a la hidroeléctrica.

Era ya las 14 horas y no había almorzando, junto a la hidroeléctrica había unas casetas donde vendían almuerzo a 7 soles, lo negocie y me lo vendieron a 6, estaba bueno y una vez comido y reposado inicié la caminata junto a las vías del tren hacia aguas calientes, el pueblito cercano a Machu Picchu.

La caminata es muyyyyyyy bonita, se camina entre selva y junto a un río e incluso hay partes donde a lo lejos y a la altura de la montaña se divisa ya las ruinas Inkas, "mañana allá estaré" pienso. Durante el recorrido, que es plano, se cruza uno con muchos viajeros, algunos flojos toman el tren en la hidroeléctrica, pero pienso que para llegar a Machu Picchu se debe hacer caminando, sentir el cansancio, el desgaste y finalmente tener la sensación del logro alcanzado. Repito, la caminata es muy linda, es lo mejor del viaje de 9 horas a Machu Picchu, me siento como un Pedro de Ursúa, el río, la montaña, los pájaros, las mariposas de colores, los arroyos y el camino hacia si mismo, todo esta ahí, y yo también.

Después de dos hermosas horas llego a Aguas Calientes, no me gusta, es un pueblo turístico, nuevamente me gustaría ser Pedro de Ursúa con sus legiones de soldados arrasando a tanto mono, a tanto idiota que toma café mientras fuman y miran sus celulares en las faldas de una montaña sagrada. Esos son los que tienen jodido a este continente tan asquerosamente rico y descaradamente pobre.

Camino por esa desgracia de pueblo y los hostales son muy caros, ¿es que tengo cara de gringo? ¿Cara de giri?, mierda, yo soy del sur, pero tengo que pagar como un cabrón del norte, camino por alrededor de una hora, estoy muy cansado del viaje en bus y de la bella caminata, pero finalmente encuentro un pequeño y simple hostal, "Cindy" creo que se llama, no lo recuerdo, estoy muy cansado, precio: 20 soles en una habitación de diez camas. En la habitación hay un peruano, un asiático y un gringo, hablo un poco con el peruano, y después de media hora entra un tipo, su acento lo reconozco, también es colombiano y también ha caminado mucho para encontrar un hostal barato, hablamos de nuestras rutas y objetivos del viaje, Camilo, como es su nombre, se dirige a Brasil de intercambio, yo sólo estoy en busca de un camino.

Para el día siguiente compro, junto con Camilo, algunos víveres para la subida y permanencia en las ruinas, compramos bananos, pan y agua. Para la cena de ese primer día comemos pan y Camilo me inviatar una lata de atún, de sobremesa hay agua y de postre galletas de chocolate, los despertadores a las 4:30 y a dormir.

El inicio del día es oscuro, el camino no es iluminado salvo por las luces de los buses que lleva a los flojos desde Aguas Calientes a Machu Picchu, el valor del pasaje es de 25 dólares por un viaje de 15 minutos, caminando son 40 minutos y el disfrute del recorrido. A las 5:30 am estamos en "el puente" el ingreso a la montaña sagrada, ya hay una fila de madrugadores esperando que abran las puertas, hay que esperar un poco, los buses también esperan, en su interior los idiotas flojos duermen aún, algunos revisan sus celulares, otros miran como pollos hacia afuera, hacia la oscuridad, hacia donde estamos.

Las 6 am, se abre el paso, parecemos a corredores de una  maratón, se camina unos detrás de otros, el camino son escaleras de piedra, a lado y lado selva, a medida que se camina el calor empieza a sentirse, algunas personas empiezan a despojarse de sus chaquetas y otros quedan rezagados, Camilo y yo continuamos subiendo vasta que por fin llegamos a la entrada a las ruinas, hacemos fila y tenemos listos los pasaportes y entradas, presentamos ambos documentos, sellados, caminamos unos metros más, hace algo de  frío, por el sudor se siente más, unos metros más, ya casi, ya casito y por fin hay esta, unas montañas con la forma de la  cara de indio mirando hacia el cielo y las ruinas de una ciudad que los conquistadores españoles no conocieron, Machu Picchu

Con Camilo buscamos un lugar y desayunamos los panes, los bananos y tomamos agua, la comida es sencilla, pero el paisaje es espectacular, ahí frente a nosotros está las ruinas, no todos los días se desayuna con semejante paisaje, mientras comemos una nube pasa entre la ciudadela, "nunca me imaginé estar aquí" le digo a Camilo, " ni yo tampoco" me responde.

Terminado el menaje vamos hasta el puente inca, una construcción de piedra y madera que construyeron para unir dos partes de un camino inca, este camino pasa por abismos verdes y rocas púrpuras donde los únicos caminantes son ahora, somos ahora, visitantes.

Regresamos hacia la ciudadela y nos dirigimos hacia la montaña Machu Picchu, allá en la cima ondea una bandera de los indígenas, se ve lejos, no  importa, iniciamos la subida, son escalones en piedra y en algunas partes se vuelve el camino empinado y el cansancio poco a poco se apodera de mis piernas y pulmones, mientras subo recuerdo lo que Don Reinado, el señor del hostal me dijo " subir esa montaña es demostrar de lo que uno está hecho", ahora entiendo esas palabras, la subida es dura y el agua empieza a escasear, unos dan media vuelta y regresan, otros están sentados tomando aire y recuperando fuerzas, Camilo toma la delantera, yo me quedo un poco atrás, los años lentamente pasan la cuenta de cobro.

La bandera indígena es gigante, la había visto cuando venía en la combi desde Santa Teresa, allá arriba la vista es única, montañas por todo el rededor y allá abajo las ruinas de la ciudadela y la montaña Waina Picchu, Camilo y yo nos sentamos, hacemos las fotos correspondientes y comemos las últimas reservas de fruta y tomamos el último sorbo de agua, después de unos 20 minutos de observar lo que muy seguramente nunca volveremos a ver tomamos aliento e iniciamos el descenso, claro, es más rápido bajar que subir, pero igual es un gran esfuerzo, bajamos en 20 minutos y empezamos en recorrido por la ciudadela, caminamos por el laberinto de piedra y en algunos momentos nos acercamos a algún grupo con guía y escuchamos la exposición que le hace al grupo.

Estamos muy cansados y no hay agua, seguimos caminando por la ciudadela y de pronto encuentro un botella de agua, esta a un poco más de la mitad, seguramente alguien la olvidó en el momento que quizo tomar una foto, me da igual, tomó la botella, bebo un poco y la comparto con Camilo, caminamos un poco más y encuentro otro botella, tiene menos agua que la anterior, igual la tomo y la comparto con Camilo, hay que estar pendiente por si aparece una tercera botella.

La ciudadela es fantástica, piedras gigantes encajadas de forma perfecta, terrazas verdes a los lados y prados del mismo color en el medio de las ruinas, unas llamas pastan tranquilas mientras que muchos las fotografían, en la ciudadela hay lo que alguna vez fueron templos, casas, barracones y otras construcciones que no sé que pudo haber sido.Es imposible evitar imaginar como pudo haber sido ese lugar en tiempos incaicos, con sus terrazas llenas de cultivos y las personas haciendo sus tareas diarias sin imaginar que un día su grandiosa ciudad sería apenas unas ruinas y sus huesos un recuerdo de una civilización extinta. Y ahí estoy yo, mirando y soñando lo que una vez fue y lo que una vez nuestras ciudades serán.

Lentamente el recorrido por la ciudad va terminando, echamos una última ojeada y damos media vuelta para bajar la montaña, ahí queda Machu Picchu, ahí quedan sus piedras, mis huesos algún día serán polvo pero este lugar seguirá donde está, dicen que cuando uno muere el alma vuelve a recorrer los pasos que el difundo dio en vida, hasta entonces Machu Picchu.

Son casi las 13 horas y ni Camilo ni yo queremos pasar otra noche en Aguas Calientes, así que pese al cansancio del día decidimos regresar a la hidroeléctrica, ya hemos caminado 7 horas y estamos muy cansados, nos espera todavía las dos horas y media de camino junto a la carrilera, ahí vamos. La marcha debe ser forzada ya que después de las 14:30 es difícil encontrar bus, nuevamente Camilo toma la delantera y yo me quedo un poco rezagado, después de un tiempo lo pierdo de vista, compro algo de tomar y continuo el camino, en algunos tramos corro un poco, estoy muy cansado, las piernas duelen y la planta de los pies arden, sólo puedo continuar, adelante, adelante.

Nunca en mi vida había caminado tanto, la máximo que lo había hecho fue cuando subí al nevado del cocuy y había caminado 6 horas seguidas, bajando de Machu Picchu fueron 9 horas sin más comida que unos bananos, algunos panes y agua, nuevamente creo que el capitán Ocaña estaría orgulloso de mi. Llego a la hidroeléctrica y lo primero que compro es una caja de jugo de mango, me sabe a gloria, a napalm en la mañana, a sal marina en la noche.

Al momento encuentro a Camilo, viene con una caja de icopor embolsada, su almuerzo, mierda, yo no he almorzado y tengo mucha hambre, estoy agotado por la larga caminata y aún me queda 7 horas de viaje en bus. Intercambio contacto con Camilo y nos despedimos, cada uno toma diferentes buses, en el mío hay un señor de Perú, es agrónomo, hablamos todo el recorrido hasta Santa Maria, me pregunta si ya he almorzado, mi respuesta es negativa, "vamos, lo invito a almorzar" me dice, ¡claro!, que suerte, la ruta es muy buena conmigo (gracias Macca). Después de comer pollo a la brasa tomo el bus hacia Cusco, cae la noche y justo al atardecer se ve a lo lejos el sol brillar sobre las montañas, allá está Machu Picchu, los rayos de sol dan la impresión de que en esa dirección brilla una ciudad de oro, ese es Eldorado que los españoles no encontraron, ese es Eldorado que yo encontré.

Al llegar al hostal estoy muerto, me quito las botas y algunos de mis dedos están ampollado, mis pies duelen. Me quito la ropa y me meto entre las cobijas. Este día estuve en Machu Picchu, estuve ahí, no lo vi en NatGeo. Quizás el dragón venció a los ejércitos, quizás fue lo contrario. Creo que yo me vencí a mi mismo, vencí a ese dragón interior que nos impide hacer muchas cosas, que nos hace vivir como si nunca fuéramos a morir.

Ciudadela.


Camino a Aguas Calientes.

Camino Inca  (hacia el puente Inca)



Vista desde la Montaña Machu Picchu


Arribamos 


Ciudadela 


Ciudadela


Cielo Sobre Machu 

Ciudadela 



Ciudadela 


Más ciudadela 



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