lunes, 11 de enero de 2016

Valle del Cocora - Colombia

“ Colombia parece la tierra de los Hobbits, es bonito para donde uno mire” decía un extranjero, y bueno, tendrá sus motivos para decirlo, ya que resulta que son ellos, los de afuera, los que conocen más y mejor esta tierra de mil colores.

Después de regresar de mi viaje por Sur América, y de empezar con un nuevo trabajo, las ganas de salir de viaje me ganan (por fortuna), así que busco un lugar de esos donde van más los extranjeros que los colombianos, y lo encuentro, una semana de recopilación de datos, unas horas de alistar la mochila y nos fuimos, esta vez incluyo una carpa (prestada), la estera (aislante) y el sleeping, ¡mierda! La maleta queda repesada, no importa, para eso hago ejercicio, jojojo.


Desde la terminal del sur tomo el bus hacia Armenia, valor: 50 mil pesos colombianos, como 17 dólares y siete horas de viaje, bus: expreso Magdalena, clima: soleado, en compañía de: !ni mierda¡ yo viajo solo.


Durante el recorrido hablo con algunas personas, se sorprenden de que viaje solo, ¿por qué?, ni idea, creo que es por eso de lo que ya había escrito; somos un pueblo de manada, de tribu, que se caga del susto si toca ir solo a la tienda por la libra de arroz, en fin, no tengo importancia colectiva, me considero un individuo.


Al llegar a Armenia y al salir del bus,  el calor de la tarde me da la bienvenida, ¡virgen santa!, que hambre que tengo, almuerzo en la terminal de la ciudad, valor 8.500 pesos y de ahí busco el bus para Salento, valor 4.600 pesos y se llena al momento de extranjeros, argentinos, suizos y algún otro mechirubio que no reconozco, hablo con los argentinos, y sorpresa, les encanta Colombia.


Para los días en los que viajo es temporada alta, mucho turistero colombiano y viajero extranjero, hay una fila muy arrecha mano para entrar al pueblo, el recorrido debería durar 40 minutos, pero duró más de una hora. Me alojo en el hostal Casa sol y luna, Inma, una amiga viajera  española conocida en Ecuador me aconsejó el lugar, 10 lucas el lugar de acampada, hay baño, cocina y sala. Llego, armo la carpa y hablo con un grupo de caleños que llegaron ese mismo día pero más temprano, también acampan, y es la primera vez que lo hacen, no tiene aislantes ni sleeping, pobres, van a chupar mucho frío. Hablo con ellos hasta eso de las 12 pm, después para mi carpa, al sleeping y a dormir. Pobres caleños, la noche esta bastante fresquita.


Hace mucho no dormía en una carpa, y esa noche se durmió bien, me levanto y me preparo unos huevos batidos, con cebollita y tomate, cafecito y pancito, que rico. A Mafe, la chica que atiende el hostal le precunto sobre lugares para conocer en los alrededores de Salento, me hablan del tour del café y me recomiendan la finca de Don Elias, distancia: 3 km, camelbak a la espalda e inicio la caminata, me cruzo con varios extranjeros, toman fotos a todo lo que se les atraviese, están dichosos. Después de hora y media de caminata suave llego a la finca, el tour lo dan en inglés y español, vale 6.000 pesitos y dura como 40 minutos, yo soy el único colombiano, a parte del guía, creo que  mis compatriotas prefieren el plan de embrutecersen a punta de alcohol y vallenato, con razón las multinacionales extranjeras se llevan todo, agua fermentada a cambio de recursos infinitos, somos unos genios.


Durante el recorrido conozco a unos alemanes que viven en México, incluso su español tiene ese acento chapulinesco que resulta algo gracioso en personas rubias y de ojos claros. Al terminar el tour donde han explicado todo el proceso del café, desde su siembra hasta el molido, camino junto a los alemanes hacia Boquia, un pueblo a un par de kilómetros, el recorrido es bonito, mucho verde en diferentes tonos, buen clima y poca gente. Me gusta.


Los alemanes me cuenta su intención de regresar a Alemania, la situacion en México es difícil, violencia, secuestros, malos salarios y corrupción los hace pensar en su país natal, lo cuentan con cierta nostalgia de irsen, los entiendo, yo viví también en Alemania.


Después de caminar cerca de 4 horas me despido de los germanos y llego al hostal, el lugar tiene dos zonas, una para acampar y la otra de habitaciones, estas últimas están todas llenas, el valor es de 25 mil con desayuno, y claro, sólo se ve extranjeros, entre los cuales hay dos chicas, Catherine de USA y Aurelia de Alemania, que cosita con tanto alemán. Después de hablar con ellas y otras personas del hostal saldremos a tomar algo y a caminar por el pueblo, así pues regreso a la zona de camping, me baño, cambio, como algo, y listo, preparado para la Salento nocturna.


El pueblo de noche es muy bonito, el clima es fresco y debido a las fiestas del pueblo, hay muchas personas por sus calles y plaza principal, nosotros vamos primero a jugar tejo, las chicas hacen algunas mechas (yo ninguna) y de ahí vamos a plaza, tomamos unas cervezas y hablamos de la vida, Aurelia quiere iniciar sus estudios en veterinaria, “los animales son mejores que las personas” le digo, ella opina lo mismo. A eso de las 10 pm nos vamos para el hostal , ellas para su habitación y yo para mi carpa, mañana inicia el recorrido hacia la montaña.


Creo que lo más molesto de acampar es recoger la carpa, el sleeping y hacer la maleta, la cual esta bastante pesada, creo que llevo unos 14 kilos con las provisiones para tres días, me despido del hostal y llego al lugar donde los Willi’s salen para el valle del cocora, allí me encuentro con Catherine y Aurelia, tendré linda compañía durante el recorrido, maletas en la parte superior del jeep y nosotros atrás colgados del carro. ¡Nos fuimos ommeeeee!


El recorrido es increíble, montañas de diferentes tonos de verde a cada lado de la carretera, el cielo azul y una nube ocasional, muchos árboles y pastizales, vacas y caballos, toda una comarca.


Al cabo de 40 minutos llegamos a la entrada del Valle del Cocora, se ven algunas palmeras pero nosotros nos desviamos hacia el camino de las trucheras, y de allí iniciamos el recorrido de 6 km hacia Acaime, la casa de los colibrís. El camino es bueno, primero pasamos por pastizales y después entramos al bosque, hace algo de calor y mi maleta es pesada, soy el único que se va a quedar en la montaña, el resto regresa en la tarde.


Mientras más entramos en el bosque el camino se vuelve más bonito, hay un pequeño río que lo surcan varios puentes colgantes, el camino no es pesado, bueno, si no tienen una maleta de varios kilos. Después de caminar casi dos horas llegamos a Acaime, una reserva natural, allí están las dos señoras que cuidan de la  reserva, para ingresar se paga 5.000 pesos y le dan gratis una bebida caliente o fría, como yo iba a acampar pague 15.000 y pedí un chocolate con queso, muy rico ala.


En la casa hay muchas plantas de flores, y unos recipientes entre los árboles llenos de una mezcla de agua y azúcar morena, esto hace que muchos, muchos colibrís llegue a allí, se alimentan junta a las personas que los observamos, no se molestan por la presencia de personas. Tomamos algunas fotos y yo voy a la zona de campar, es dentro de una casa y con piso de madera, muy bueno.


Después de un rato descansando y Catherine y Aurelia se disponen a continuar su camino, van hacia la finca la Montaña, para seguir el camino de regreso al Valle del Cocora, yo las. acompaño hasta la finca, que efectivamente queda sobre una montaña, lo cual hace que el camino se muy empinado, desde pues de casi 40 minutos de camino llegamos, la vista es bonita, mucho verde y muchas montañas, Aurelia me pregunta sobre mi tatuaje, le explico, todo en alemán, me gusta cuando puedo hablar alemán. Gracias Aurelia por las conversaciones en tu idioma. Después de unos minutos nos despedimos, yo regreso a Acaime y ellas a Salento, eso me gusta de viajar solo, se conoce a mucha gente interesante.


De regreso a Acaime me preparo pastas, tengo mucha hambre y cocinar en leña da buen sabor, pero es molesto iniciar y mantener el fuego. Después de esto me voy a ver más colibrís, son muchos, varias especias y todos hermosos. Ya casi en la noche no hay más visitantes, en Acaime quedamos 5 personas como visitantes, una pareja de Francia y otra de Bogotá, y claro, no pierdo ocasión para hablar con ellos. Los Rolos se quedan sólo esa noche, son muy amables, no recuerdo sus nombres pero entre ellos se dicen pajarita y pajarito, jejjejeje, que ternura, los franceses son Jean y Cami, ellos se quedan dos noches y al día siguiente quieren subir al páramo, eso son casi 8 horas de caminata para ir y regresar. Ellos serán mis acompañantes en el camino del día siguiente. Comemos sopita y de bandeja frijolitos, rico, hablamos de Francia, Colombia, las diferencias allá y acá, las comidas y todas esas cosas que uno habla con extranjeros, quizás son los mismos temas pero cada persona es un mundo diferente, creo que eso también es ser cosmopolita. A eso de las 21 horas acompañó a los pajaritos a su nido, la casa de huéspedes me parece a una mezcla entre Valhala y barracones militares, es un salón grande de madera con muchas camas, en Acaime no hay luz eléctrica, sólo velas y linternas y mucha oscuridad,
Estar en las montañas es encantador, yo también me voy a mi carpa a dormir.


A las 8 am y después de un buen desayuno me despido de los pajaritos e iniciamos la marcha con los francese, el camino va entre bosques de niebla, es empinado y la subida  difícil, pero sin embargo, el vale mucho la pena caminar por esos lugares, ese mismo camino es la ruta del Parque Nacional de los Nevados (PNN) inicia en Cocora y termina en Ibagué, 5 días de infantería por bosques y páramos, pero claro, será para una próxima vez, yo sólo iré hasta el inicio del páramo, a la segunda parada de un total de 6 en la ruta de los nevados.


Después de caminar hora y media a través del bosque llegamos a Estrella de agua, la primera para de la ruta, es una pequeña finca donde se puede acampar por 5.000 pesos, de allí a la siguiente parada son aproximadamente 3 horas de camino a buen paso (rápido), el próxima lugar de acampada será la finca la Primavera, en el departamento del Tolima y hacia allí nos dirigimos.


Esta segunda parte de la ruta es bastante fuerte, el camino es muy empinado y fangoso, casi no hacemos pausas para ganar tiempo, a medida que subimos el clima es cada vez más frío, nos cruzamos con algunos montanistas e intercambiamos información del camino, nos espera mucho barro.


Después de una caminata de casi dos horas llegamos al páramo, de un momento a otro desaparece el bosque y da paso a los frailejones, descansamos un poco, comemos una parte de las provisiones y continuamos, ya son casi las 12 del medio día y tenemos que regresar ese mismo día a Acaime, nos cruzamos con dos montañistas que vienen de Ibagué, nos dicen que aún nos queda hora y media para llegar a La primavera, no tenemos linternas para el regreso así que junto con los franceses decidimos caminar media hora más y regresar, no queremos que la noche nos llegue a mitad del bosque de niebla, y sin linternas.


Media hora después hacemos una pausa, aún estamos en el páramo y tenemos que regresar, ya son las 12:30 y para el regreso demoraremos 4 horas, comemos parte de las raciones y empezamos el camino de regreso. Las bajadas en teoría son más rápidas que las subidas, el problema es que el cansancio ya se siente, bajamos suave hasta llegar de nuevo a Estrella de Agua, descansamos un poco y seguimos hacia Acaime, son todavía 3 km y ya los pies duelen. En todo el camino encontramos montañistas subiendo, van unos grupos pequeños y otros grandes, siempre despacio con sus morrales a la espalda, la idea me gusta para una próxima venida.


Después de casi dos horas de caminata llegamos a Acaime, son casi las 16 horas y en el bosque oscurece más temprano, llegamos a descansar, los pajaritos ha se han ido. Los franceses y yo cenamos y a eso de las 20 horas, nos vamos a dormir, al siguiente día caminaremos de regreso por el valle de las palmeras del cocora.


Llegar a la finca la Montaña con todo el equipo a la espalda fue duro, en ese mismo lugar me despedí de Catherine y Aurelia, ahora estaba con los franceses descansando. Ese día salimos de Acaime a las 8 am, nos despedimos de las señoras de la reserva y empezamos el camino de regreso. La parte del camino después de La Montaña es bastante suave y la vista fantástica, el día es azul y hace contraste con el verde del bosque y los prados, a medida que bajamos se empieza a ver el bosque de palmas de cera, tantas palmas a esta altitud, es hermoso. Tomamos fotos y admiramos el paisaje, incluso yo abrazo una palma, son gigantes. Es una lástima que estén condenadas a desaparecer, ¿la razón?, vean la peli Colombia magia salvaje.


Algo que me sorprende llegando al inicio del valle del cocora es ver a varias personas en sus camionetas por los caminos tomando fotos, mierda, bajen sus culos grasosos de sus Audis, caminen un poco, dejen su súper carro a la entrada del valle, no sean tan imbéciles, aunque bueno, ¿qué más se espera de un colombiano con plata?


Nosotros tomamos el jeep de regreso, el valle del cocora queda atrás, aquí volveré para hacer el trekking hasta Ibagué, la dificultad será encontrar a la gente con las ganas y el estado físico para hacerlo. Llegamos a Salento y me despido de los franceses, al llegar de nuevo al hostal me reciben como un héroe, parece que no mucha gente acampa en la montaña y sube al páramo, bueno, a mi me gusta caminar. También me encuentro a Aurelia, linda ella, hablamos bastante tiempo pero ella ese día ya regresa a Cali, quedamos de vernos cuando ella viaje a Bogotá.


El resto de la tarde me la paso descansando, veo la peli de Stephen Hawkings y nada más, en la noche salgo un poco con un austríaco que le llaman Moe, también está Tata, una de las chicas que trabaja en el hostal, vamos hacia la plaza principal y allí me encuentro con los pajaritos de Acaime, que casualidad, sin embargo yo me voy temprano, estoy algo cansado de las caminatas de la montaña, mañana iré a Armenia y al siguiente día regresaré a Bogotá.


En Armenia visito el Museo de Oro Quinbaya, la arquitectura del museo es similar a la biblioteca Virgilio Barco de Bogotá, el policía que está a la entrada me explica que es del mismo arquitecto. Después de esta visita voy a comer algo, tengo mucha hambre, cerca del centro comercial Quindío encuentro un restaurante, pido una bandeja paisa con sopa, la señora que me atiende se sorprende “la bandeja es bien grande “ me dice, “traigame la sopita” le respondo….y me como todo, al final me dan un cafecito, precio de la bandeja con cafecito: 10 mil pesos.


De regreso en Salento hablo con otros viajeros, hay franceses, argentinos, canadienses y una gringa. Esa noche es mi última noche en Salento, salgo de nuevo con Moe, la última cerveza y a dormir.


A la mañana siguiente recojo toda mi maleta, me despido de todos los que encuentro y en la terminal de Salento me encuentro a los pajaritos, con ellos voy hasta Pereira, allí tomo el bus de regreso a Bogotá, me despido de los pajaritos y de la ciudad, en 8 horas estaré de nuevo en Bogotá, Salento me fascinó y la idea de caminar los 5 días por el PNN hasta Ibagué me llamó la atención, espero realizar ese trekking, también espero nunca tener un Audi y estar tomado fotos desde su interior, que estupidez, hay que utilizar las piernas mientras aún se tengan.
                             Valle del Cocora


                         Palma de cera


                Plaza principal de Salento


                      Estrella de agua


                                          Yo



                                Museo de Oro