Preambulo

Terminal de Bogotá

¿Por qué dejar todo para iniciar un viaje de más de  4.000 kilómetros por tierra?

La respuesta es algo complicada, en este mismo momento tampoco lo sé, pero me aventuro a decir que es por el mero hecho de estar vivo y con la capacidad de hacerlo, algún día, quizás llegue a la vejez y me aterra la idea de llegado ese momento de la vida y pensar en lo que pude haber hecho y no hice, quizás también lo hago por escapar de la vida rutinaria que poco a poco nos consume y que en algún momento nos obligará al sedentarismo de una ciudad. Quizás lo hago a un estilo quijotesto de locura provocada por una serie de lecturas que me han enloquecido al punto de creerme un personaje de libro,  como un Arthur Gordon Pym, un Pomponio Flato, un Siddharta o alguno de esos tantos personajes de nombres olvidados y que sus historias aún me rompen la cabeza.

Pues bien, no sé exactamente el motivo de este viaje, pero algo en el interior me impulsa a hacerlo, no puedo negarles que estoy algo nervioso, emprender un viaje  de este tipo con la única compañia de una mochila y un libro produce cierto temor, no es muy propio de  nuestra cultura colombiana el viajar sólo, somos más de compañia, de familia, de grupo, de tribu, pero pienso que llegado el momento nos veremos en la necesidad u obligación de dejar esa compañia y estar solos haciendo uso tal vez de lo aprendido en el clan.

De igual manera debo decir que es difícil negar la nosalgia que produce el salir de la casa dejando familia, amigos y animales, es muy triste, pero necesario, la vida de cada hombre es un camino hacia si mismo, el intento de un camino, el bosquejo de un sendero escribió en algún momento Hermann Hesse, quizás lo escribió pensando en esos viajeros que dejaron todo por un crecimiento espiritual y que necesariamente deben pasar por la soledad que implica viajar sin compañia alguna. Espero que al final de este viaje  encuentre la respuesta a la pregunta  del inicio, encuentre   ese  camino hacia mi mismo.