domingo, 6 de septiembre de 2015

Copacabana - Isla del sol

"Alisten sus pasaportes, van a hacerlos sellar primero a migración Perú y luego a migración Bolivia" apenas escuché eso del ayudante del conductor salí corriendo para ser el primero en la fila, había escuchado que para entrar a Bolivia a los colombianos nos ponían problemas, incluso en uno de esos tantos diarios de viajeros que hay en la red un tipo decía que tuvo que sobornar al tipo de migración Bolivia, yo llevaba listos diez dólares, mi as bajo la manga.

"Buenas tardes" dije al tipo de migración Bolivia, "buenas tardes" respondió suavemente, me devolvió sin mirar el certificado de fiebre amarilla, echo una rápida mirada al pasado judicial y a mi pasaporte, sello, 30 días, "bienvenido", eso fue todo y nada más.

" ¿como te fue?" me pregunto el conductor "bien" le respondí, ya estaba en Bolivia mi último país en visitar, hacia algo de frío, un policía parecido a Evo Morales se ajustaba la chaqueta y miraba a lado y lado, yo subí de nuevo al bus y me relajé, no era grave entrar a Bolivia, creo que para los gringos es más difícil, ellos tienen que pagar una visa, 200 dólares escuche.

A las 6:30 llegamos al pueblito de Copacabana, en la orilla boliviana del Titicaca, nos bajamos, unas chicas francesas miraban un libro y después miraban hacia los lados, " ¿ya tienen hostal?" les pregunté, "no, ¿y tú?" me respondió una de ellas, " tampoco, puedo ir con ustedes a buscar uno?" le dije, "claro, vamos" y de esa forma conocí a Justine y Normann, dos lindas y muy amables francesas.

Llegamos al hostal imperial, habitación para tres; 25 bolivianos por persona, es decir 12.500 pesos colombianos, aquí nuestros pesos rinden que da gusto. Con Justine y Normann (NoNo) hablamos de nuestros viajes, nuestros países y de política de la región, interesante, al día siguiente viajaríamos a la isla del sol, tenemos la misma ruta.

En Bolivia se adelanta una hora los relojes, así pues despertamos a las 6 am hora boliviana, 5 am hora de Colombia y nos dirigimos a tomar el bote hacia la isla, valor: 20 bolivianos al puerto norte. El viaje es frío y la laguna hermosa, muy azul y en ocasiones se pierde de vista la orilla, es inmensa, me recuerda al mar mediterráneo, ¿hace ya cuantos años conocí el mar Mediterráneo? Ya lo olvidé, pero aún recuerdo esa primera imagen, y no estaba sólo.

Después de dos horas y media llegamos al puerto norte. La idea de estar en la isla es hacer una caminata de 3 horas pasando por ruinas Incas y por las cimas de las montañas  y es eso lo que precisamente hacemos, iniciamos la marcha con un cielo azul y un sol fuerte en la espalda, a medida que subimos las montañas el paisaje se vuelve increíble, una azul profundo arriba y abajo, amo el color azul.

La isla esta dividida en tres partes, cada una habitada por tres diferentes grupos de comunidades originarias, y a las cuales hay que pagarles una especie de peaje en las fronteras de sus territorios.

El camino esta delimitado por piedras y en su mayoría esta empedrado, junto con Justine y NoNo caminamos hasta llegar a las primeras ruinas Incas,  parecen un pequeño laberinto y allá abajo se ve un pequeño puerto de piedra ¿de los incas? Ni idea.

Continuamos con la marcha por la montaña y el paisaje increíble nos acompaña, hacemos una pausa para comer lo que sería nuestro almuerzo, jugo,frutas y pan, mientras comemos recuerdo una lejana clase de sociales por allá cuando estaba en 5° grado, el Profe Alberto Pinilla nos decía que el lago Titicaca era el más grande de suramérica, tan grande que se veía desde el espacio, ahora yo lo veía, ahí tan cerca, y sí, el Profe tenía razón, es enorme, y muy azul.

En total pagamos 30 bolivianos en peajes a las comunidades originarias, llegamos cansados a buscar un hostal el cual encontramos por 30 bolivianos, habitación para tres personas, dejamos las maletas y salimos a comprar algo para el desayuno, pan con mermelada y algo de fruta, el té lo compráremos al siguiente día en alguna tienda.

La noche fue buena y cómoda, un baño con agua caliente y listos para caminar de nuevo hacia el norte pero por otro camino, de desayuno comemos lo comprado acompañado con te de coca y mente de los andes, otra planta típica de la isla.

Tomamos el camino que va por los pueblos, me parece más interesante que que el camino de la montaña, se ve muchos menos turistas y más gente local y allá, detrás de ellos, el azul profundo del cielo y del lago, que bonito.

Caminamos algo como hora y media, es mucho más corto que el otro camino, también se paga, pero los tikets de peaje del día anterior todavía funcionan, llegamos al lugar donde el día anterior desembarcamos y buscamos un hostal, 25 bolivianos en habitación de dos camas, Justine y NoNo duermen juntas, lástima, jejejeje.

Mochilas en la habitación y caminamos en la playa, así se llama el lugar y obviamente hay playa, muy fría, pero playa. En el agua se ve nadar a unos chicos y a una señora con características de chola, sí ellos nadan con ese frío, yo también puedo, regreso al hostal y me calo la pantalonera, esa misma con la que nadé en el mar rojo de Egipto. Un pie luego el otro, camino hacia lo profundo, no llego, el agua es helada y me llega casi a la cintura, mis bolitas se van a congelar, en la orilla Justine y NoNome miran algo sorprendidas, " no se puede nadar todos los días en el Titicaca " les digo, salgo del agua y el frío se siente mucho más, sin embargo hace sol y eso ayuda un poco, en esos momentos un argentino se hacer " ¿querés jugar fútbol?, me dice, "claro" le respondo, después de unos minutos llegan unos niños bolivianos con el balón, jugamos en la playa, es muy interesante, al juego se unen unas españolas, después otras francesas y un chileno, no recuerdo el marcador final, a mi y a otros la altura nos patea, el argentino del comienzo sigue jugando al igual que los niños, que estado físico tan bárbaro.

Al final de juego el argentino y las españolas nos dicen que quieren abrir un escuela, son voluntarios y se quedaran un mes en la isla, "el mundo necesita muchos voluntarios" nos dice, esas palabras se me quedan en la cabeza.

De cena comemos empanadas de tomate, jamón y queso, muy ricas y de tomar compramos una botella de vino boliviano, delicioso, en la habitación, mientras tomamos, ellas me cuentas de sus penas amorosas, " uno no hace locuras ni por el trabajo ni por la familia, sólo por otra personas dice NoNo, es muy cierto, hay un silencio de meditación y yo escribo la frase en el cell, yo también les cuento mis tragicomedias amorosas, bebo una copita de agua y otra de agua, uno puede vivir sin amor pero no sin agua, reflexiono.

Al día siguiente tomamos el barco de las 8:30 am, nos dirigimos a Copacabana de nuevo, desembarcamos y compramos el tiket hacia La Paz, 25 bolivianos, damos una vuelta por Copacabana y nos alistamos para el viaje, no será muy largo, son tres horas.

Poco a poco me acerco a mi meta, ya estoy en Bolivia, voy hacia La Paz y después hacia Ururo y Uyuni, hace más de un mes estoy viajando y ha sido increíble, que lejos se veía La Paz en los mapas cuando estaba en Colombia, ya sólo unas horas me separan de esa ciudad de las cumbres de los andes.

Isla del sol 

 Isla del sol 


 La pose de viajero 


 Más panorama 


 La casa vieja


 El perro guardián 


 Flores


 Luz de atardecer 


A burro vamos pa´l monte. 

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