lunes, 7 de septiembre de 2015

La Paz

En algunos países se llama marina, en otros marina de guerra y en el caso de Colombia y Bolivia, la armada, y claro, una condición para tener una fuerza marítima es tener un mar que defender, pero momento, ¡Bolivia no tiene mar!, exacto, pero alguna vez lo tuvo y ellos lo saben y lo rememoran.

El camino hacia La Paz desde Copacabana dura de tres a cuatro horas, se pasa por la orilla de Titicaca y por momentos ese lago casi mar se desaparece de las ventanas del viejo bus que caracteriza el transporte terrestre boliviano. Sin embargo, en algún momento del viaje llegamos al estrecho del Titicaca, el bus se detiene y sube un chico con traje de marinero y chaleco salvavidas " buenas tardes, tienen que bajarsen y tomar una lancha para cruzar, el bus pasa en planchón ". Al salir del bus veo otros chicos con su traje de marinero color blanco y el chaleco puesto aunque no estén en el agua, ellos hacen parte de la armada de Bolivia.

Para cruzar el estrecho se paga 2 bolivianos y en 10 minutos uno está al otro lado, la lancha es rápida y el oleaje golpea con fuerza la proa de la embarcación, una manada de gaviotas nos acompaña en el cruce, se acercan mucho a la lancha, todos las miramos con cierto sentido de encanto, son muy bonitas y vuelan muy cerca de nosotros.

Al cruzar el lago lo primero que uno ve es el puesto de la armada, algunos marineros uniformados y con chaleco prestando guardia,  después, en  una pequeña plaza se observa un monumento donde se recuerda la pérdida del litoral boliviano. En las manos llevo un jugo de mango y una bolsa de maní, se las  entrego a Justine y tomo unas fotos del monumento, quizás me sirvan por si entro a la U, cuando regrese a Colombia.

Había visto La Paz en mapas, la vi cuando salí de mi casa en Bogotá, estaba muy lejos, no sabía bien como llegar y sin embargo ahí estaba, en la ventanilla del bus, a mi alrededor, frente a mis ojos. Se pasa por casas al estilo lomas de Bogotá, bueno, las lomas de Bogotá son más gomelas. Después de unos minutos se empieza a descender en redondo hacia lo que parece un cráter lleno de edificios y casas, ahí esta el centro de la ciudad, ahí esta la realidad de lo que vi en los mapas.

Justine y NoNo como siempre sacan su librito mágico, en él aconsejan una serie de  hostales, restaurantes y lugares a donde ir, ellas lo siguen a la letra. Así pues llegamos al hostal señorial, precio: 40 bolivianos en habitación para tres personas, hay agua caliente e internet, cabe aclarar que el internet en Bolivia no es muy bueno, es lento como las horas de trabajo.

Para visitar en la ciudad vamos al Valle de la Luna, una zona desértica parecida al desierto de la Tatacoa, es interesante lo que ha hecho la erosión, sin embargo me gusta más la Tatacoa. También visitamos el mercado de brujas, una zona justo detrás de la iglesia de San Pedro, allí venden muchas cosas de santería, entre las cuales destacan los fetos de llamas y las pociones mágicas para atraer a los amores que no nos miran ni parapienso en comprar algunos, pero neee, no creo en esas jodas, Justine no piensa de la misma forma, a la salida de una de las tiendas la veo aplicándose el menjurje detrás de las orejas, " es que me gusta el olor " me dice con su acento francés, "uyy sí, por ahí debe tener un tinieblo que no le quiere hacer la vuelta" pienso con mi maldad colombiana.

Cerca de hostal esta la calle del comercio, ese es su nombre y por casualidad o no, allí funciona gran cantidad de ventas ambulantes, es increíble, ahí se consigue de todo, desde juguetería hasta farmacia, algo como "agachece" de paisas, pero de unas cinco cuadras y con los mismos precios bajos, muy bajos. Y es preciso en este lugar donde la veo, es bella, linda, me encanta y esta ahí colgada como marrano en carnicería, una chaqueta Nort Face, pero no la compro, es un amor pasajero.

Justine y NoNo no son de amores pasajeros y compran cuanto les ofrecen, llevan muchas cosas, dulces, desodorantes, comida, bien por ellas y por los vendedores.

Para ir a comer nos separamos, ellas siguen su librito mágico y yo sigo mi olfato que generalmente me lleva a ir a comer en la calle, aquí algunas cholas venden comida en ollas sobre las calles de la ciudad, y allá llego. El primer día comí cerdo asado, muy rico, el segundo día comí pollo horneado, rico, pero el exceso de grasa me patea, ahí estoy en La Paz con una indigestión horrible, me tomo un alcazelcer y ayuda un poco. Ese día en el hostal las chicas francesas preparan pasta, y ¿como decirles que no?, como un poco y me voy a dormir.

Amanece y me siento horrible, voy al baño y devuelvo la invitación de las francesas, es raro pero esos ayuda, después de una hora ya me siento menor, ese día vamos a comprar los tikets de tren de Ururo a Uyuni, precio: 60 bolivianos y siete horas de viaje, al día siguiente madrugaremos para viajar a Ururo, es a tres horas de La Paz, si el bus no se vara estaremos puntuales para tomar el tren.

La Paz me resulta no tan fría como pensé, aprovechando ese clima salimos a un bar y probamos la cerveza boliviana, es fea, fea como ver besarse de lengüita a dos indigentes.

Al día siguiente salimos al terminal terrestre, espero a Camilo pero no llega, habíamos quedado de encontrarnos en la entrada principal pero no aparece,  Justine, NoNo y yo tomamos el bus a Ururo, precio: 20 bolivianos y tres horas de viaje, el bus es viejito y eso preocupa a las chicas francesas, yo estoy tranquilo, ahí queda La Paz, sólo fueron tres noches en esta ciudad, ahora estoy más cerca de mi objetivo de viaje, Uyuni y su salar. Chau La Paz y chau ricura de chaqueta.


Justine en el mercado de brujas.

Monumento a Eduardo Abaroa.

Visita del Papa a Bolivia, y a Evo.

Valle de la Luna.

Puesto de la armada boliviana, lago Titicaca.

Monumento en el lago Titicaca.

¿Recuerdan los mimos de Mockus? Volvieron en forma de cebras.

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